¿Por qué el cristiano debe servir a los demás?


“Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. – Marcos 10:43-45. LBLA)

Después de estar varios meses encerrados producto de la cuarentena, nuestras energías ya no son las mismas. Y quizás nuestro servicio en casa o en otro lugar ya se encuentra desgastado producto del mismo encierro, del estrés y, por qué no decirlo, por nuestro propio pecado. Pero, a pesar de estas razones o cualquier otra, ¿por qué el cristiano puede servir a otros, creyentes o no creyentes, con alegría dándole al servicio un valor a pesar de las diferentes circunstancias que nos rodean? 

Este articulo pretende animar a través del consejo de las Escrituras a quienes se encuentran desanimados o desgastados. Revisemos, a la luz del consejo bíblico, los siguientes puntos:

1.- Jesús, el ejemplo del servicio cristiano

Jesús es el máximo representante del servicio cristiano. Su vida es una muestra de servicio constante y sin medida a todos. Desde el momento de su encarnación vino a servir a la humanidad. No estimó el ser igual a Dios como un pretexto para no servir, al contrario, renunció a esa igualdad para hacerse un siervo de todos los hombres; se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz.

Dios Padre le dio el más alto honor, ya que su Hijo tomo el camino del servicio, haciendo que su nombre fuera el más grande de todos los nombres, poniendo bajo su autoridad a toda la humanidad para que se incline y lo reconozca como Señor, para gloria del Padre mismo. Jesús con su servicio trazó el camino que el Padre le dio, para que sus hermanos (los cristianos) sigan su ejemplo.

Por ese motivo, el servicio hacia quienes nos rodean no es una opción más, es la ruta o el camino que Dios quiere que sus hijos sigan. Incluso, cuando Jacobo y Juan (Marcos 10:35-45) le pidieron puestos de autoridad y honor a Jesús en su reino, Jesús les indicó el camino a seguir diciéndoles: “Cualquiera que desee llegar a ser grande será vuestro servidor y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos”. Porque ni aun él, que era y que es el dueño de todo el mundo había venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

Por tanto, el ejemplo y el llamado al servicio está trazado en lo que Dios desea para sus hijos, pero Dios no nos deja solos, sino que nos capacita para servir a otros, ya que es parte de nuestra nueva identidad como hijos suyos que podemos servir como Cristo. 

2.- Servicio, una muestra de amor

Dentro de la voluntad de Dios tenemos este atributo que está sobre todo atributo: “el amor” . Este proviene de Dios mismo y el libro de Romanos 12:9-13 parte diciendo cómo debe ser y mostrarse este amor. Revisemos esos puntos:

  • Primero, debe ser sincero, no fingido y un amor no fingido es uno que aborrece (de manera continua) el mal y se adhiere, se aferra a lo bueno, porque lo bueno, aceptable y perfecto es lo que proviene de Dios, por tanto, es adherirse a Dios estando de acuerdo con lo que él ha llamado malo. Esto es parte de la renovación de la mente que llevará al creyente a la acción. 

Su amor es lo que Dios mismo ha derramado por su Espíritu Santo sobro nosotros y es la característica que llevara al mundo a fijarse en la Iglesia y dar honor a Dios. Siendo una característica esencial de quienes son poseídos por Dios.

  • Segundo, un amor sin hipocresía te lleva a amar al otro (v.10), con un amor hermanable, de hermanos que tienen un mismo Padre donde existe el respeto. El amor es la definición cristiana del bien. Por la identificación que tenemos con Cristo el cristiano ama a todos, incluyendo a quienes le hacen mal. El amor cristiano es la forma natural de relación entre hermanos de un mismo Padre y miembros de un mismo cuerpo. El amor a los hermanos es signo de un nuevo nacimiento, porque quien es incapaz de amar a sus hermanos debe preguntarse si realmente ha nacido de nuevo (1Jn.3:14). Pero, ¿por qué es tan importante el amor fraterno en la vida del creyente? Porque la ausencia de este no hace evidente el poder transformador del evangelio a quienes te rodean.  Por otra parte, el amor lleva consigo honra. Al estimar a otros en un más alto honor que a uno mismo, “Nada debemos hacer por pleito o contienda o para recibir alabanza, antes bien con humildad, estimando a los demás como superiores a uno mismo, no mirando o pensando en nuestro propio beneficio sino pensando en el beneficio del otro” (Fil. 2:3-4).

Pablo nos llama a ser diligentes, porque es el amor entregado por Dios el que nos impulsa a la acción en el servicio. El amor es como el combustible que nos lleva a servir. Las acciones de amor dentro de la iglesia deben ser sin retraso, ni demora, en una comunidad sana no existe la pasividad, ni las medidas al amor servicial. Siendo la pereza o la haraganía el deseo de no querer hacer nada por los demás, algo contrario a la nueva vida que hemos recibido en Dios.

Proverbios es el libro de la Biblia que enseña más fuertemente sobre el comportamiento del perezoso, diciendo que el perezoso nunca comienza nada (Pr.6:9-10) ya que siempre tiene razones que justifican su desinterés. Cuando comienza algo es difícil que lo termine, porque cualquier esfuerzo es demasiado grande para él. El perezoso no admite consejo alguno porque se cree sabio en su propia opinión (Pr.26:16). El perezoso no se esfuerza en nada, el proverbio (Pr.20:4) señala que el perezoso no ara a causa del invierno, aunque no hace nada siempre está insatisfecho y es un impaciente: “el alma del perezoso desea y nada alcanza” (Pr.13:4). Lo más grave del perezoso es que resulta un problema para quien procure hacerlo trabajar con él: “Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían”

Es por esta causa que Pablo exhorta “en lo que requiere diligencia no perezosos”. La vida de Jesús es el ejemplo supremo de diligencia cristiana. Como siervo de Dios, enviado a servir al mundo de los hombres, actuó siempre con diligencia en lo que el padre le encomendó, de modo que al final de su labor pudo decir al Padre: “He acabado la obra que me diste que hiciese” (Jn.17:4)

El llamado a ser diligentes en amar a nuestro prójimo es importante y Pablo lo pone de manifiesto con una oposición, la pereza. Es una abierta oposición a el accionar del amor. Quizás, una de las acciones más naturales en nuestra rutina diaria es la postergación. La postergación es dejar para mañana lo que podemos hacer hoy y está íntimamente relacionada con la pereza, son muy amigas. La pereza nos detiene. Siempre voy a recordar una lección que me dio un amigo cristiano un día que estábamos recolectando cooperaciones para la canasta de fin de mes y ya teníamos todo lo que necesitábamos, pero nadie tenía el tiempo para entregar las canastas en la semana y él dijo: “esta ayuda no la podemos postergar nuestros hermanos lo necesitan ahora”. Y tomó las bolsas y partió en ese mismo momento a repartirlas. Él había entendido que el amar involucraba diligencia.

Ahora, quizás estás pensando por qué debo ser yo el diligente si hay otros más jóvenes o con más dinero, o con más tiempo, o más consagrados. Pero déjame decirte que la diligencia es un llamado del evangelio, postergar las obras del amor de Dios entre tus hermanos es contrario a tu nueva naturaleza. Es parte de la nueva persona que eres el amar a otros, esto te hace crecer y hace que los no creyentes vean el poder transformador del evangelio. El que antes se fastidiaba en amar, ahora ama y hace que el que está a su alrededor alabe a Dios por su transformación.

En conclusión, el creyente está llamado a servir bajo toda circunstancia, porque Jesús lo muestra como modelo, en su propia vida. El servicio no es un rito dominical sino que es parte de la nueva naturaleza y, por lo tanto, no servir sería negar la obra del evangelio en el creyente.

Juan Alarcón | Encargado de obra Iglesia San Esteban, Villa Alemana.